Flores

Palpo la noche entre mis deseos, mientras las sombra danzan bajo la expresión nívea de los faroles, que parpadean. Se tambalean sobre sus tallos, ataviadas de destellos, la sombras de tres lilis, unidas a delicado baile...

Flores, sumisas al furor del éxtasis de la primavera.
Flores, amantes fieles, danzando entre la mano cálida del anhelo, arribando ante el aposento húmedo, entre barro, vivaces.
Entre la palidez de la angustia, sobre el difunto; Flores.
Ante la voz del engaño, machitas, minuciosamente contemplando el pórtico.

Vagan en la incentidumbre y anhelo, despojadas de sus pétalos, ante el afán de angustia o esperanza.
Oh, flores. La melancolía del solitario. El anhelo del amado.
Fugaces en la exasperación del suicida.
En el perfume del homicida.

En el cabaret: en una mano, luego en otra, entregadas con infinita seducción.
Flores...
En el ramo oculto del cónyugue marital infausto ante el viudo ocaso.
Flores.

Oh, y Bajo el cándil parpadeante, danzando la sombra de un rosa exiliada de un suspiro.
Solitaria.
Y sobre el pavimento, cenizas...

Anhelo, pasión, seducción, elegías...en su espera a su entrega.
Pero el marchito sonido del silencio culmina
Ante el saber que entre la penumbra de la soledad y el abandono
Nadie da flores a las flores.


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...como la añoranza que no añora.
Como el anhelo que no florece.
Como el amor que marchita.
Como la mentira veraz.